Esta disposición de las cadenas en torno al edificio, propiciaba roces y pleitos entre las distintas jurisdicciones que tardaban largos períodos de tiempo en resolverse.
Al hecho de refugiarse de esta forma se le conoce como retraimiento. No siempre era respetado y dependía del grado del delito cometido. Un ejemplo lo tenemos en el escribano de su majestad Diego de Marchena que en 1.524 asesinó a su esposa y se refugió en el monasterio de la Santísima Trinidad. Lo sacaron y lo ahorcaron en el “mármol de la cuadra” de la plaza de San Francisco, junto a la Audiencia.
Como vemos, las cadenas eran frontera de la vida ajetreada del exterior del recinto catedralicio y de la paz y sosiego imperantes en el interior del recinto sagrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario