En la misma calle Embajadores, en el número 80, abre Humanes en 1911 otra taberna al frente de la cual se pone su hijo también de nombre Eugenio, el cual tiene tres hijos: Eugenio, Antonio y Pepe. El primero coge una taberna en la plaza de Lavapiés de la que hablaremos después y los otros dos hermanos se ponen al frente de la de Embajadores.
Era esta una de la más bonitas tabernas de Madrid, con un mostrador precioso con relieves representando escenas mitológicas, un lavavasos de estaño y un zócalo de madera con espejitos en la parte superior, bancos corridos, taburetes y veladores de mármol. También la fachada era un tesoro, con sus puertas lacadas en rojo, sus cristales grabados semejando cortinillas, el rótulo y, entre las dos puertas, el reclamo: "Los mejores vinos finos de Valdepeñas blancos y tintos los expende este establecimiento". Era una historia viva de Madrid que se cargaron cuando el siglo XX tocaba a su fin.
Detalle del mostrador. Foto de Cecilia-Pasies, 1985
Cuando la taberna desaparece el mostrador lo compra el cura Lezama, propietario de varios restaurantes como La Taberna del Alabardero o El Café de Oriente.. Sólo el estaño pesó 296 kilos.
En esta foto de los años 40 vemos a Pepe Humanes sirviendo a los clientes. El chato de moscatel a 0.15 pesetas
Aunque no tenía cocina, en la taberna se podía disfrutar de raciones de gallinejas, entresijos y otras que traían de la freiduría que había unos metros más abajo. Gabino Domingo, el dueño de este establecimiento y gran conocedor del barrio, nos relata el ambiente del local.
"Humanes era una joya popular, un lugar único donde el paso del tiempo iba dejando vivencias, gracia y simpatía, tanta que se salía por las puertas. Pepe Humanes, el dueño, recreaba nostálgicas melodías con los dedos de sus manos, deleitando a los sorprendidos parroquianos con esa música de los vasos que hacía sonar mientras los metía y sacaba del agua. Era un lugar lleno de historias de gentes de todas clases, desde curas a toreros, o amantes en busca de un rincón oculto y tranquilo donde jurar amor eterno o mentir descaradamente aprovechando la penumbra; un lugar donde se oían los susurros y se ocultaban los gestos; donde el romance sonaba a música y las miradas traicioneras eran más fáciles de ocultar."
Pepe detrás del mostrador en 1984 . Foto Cecilia-Pasies
Efectivamente, ver manejar los vasos a Pepe era un espectáculo y su arte de medir los chatos le hacían único.
Personaje importante de esta taberna fue Arturo de la Fuente que entró a trabajar en ella con 7 años -antes, a los cinco años vendía caramelos en el teatro María Guerrero- y estuvo sirviendo vino durante 62 años hasta el cierre de la taberna. Arturo, que afortunadamente aún vive, era un tabernero trabajador, simpático, zumbón, un tanto filósofo y un mucho de pícaro.
La taberna desaparece en el año 2000 y su vecino Gabino la despide con nostalgia
"La taberna de Humanes era la referencia del barrio por su solera, su estilo y sabiduría. En su interior quedará enterrado para siempre el arte y el pensamiento en este rincón castizo y singular junto a la Glorieta de Embajadores. Era como un centinela del pasado para recordar antiguos y sabrosos lugares que van desapareciendo lentamente de nuestra ciudad castiza. Pronto la piqueta tumbará la historia y perderemos para siempre una pieza del puzzle histórico de nuestro Madrid. Cuántas mantillas y peinetas pasaron por aquí, con chulo incluido a tomar una copa y oír la dulce música que con los vasos hacia sonar Pepe Humanes y los licores de hierbas en frascos que servía Arturo con su arte incomparable".
Arturo y Pepe sirviendo el te y el aguardiente mañanero. Al fondo, los frascos de licores de hierbas (Foto Santos Yubero, 1958)
FUENTE:http://tabernasantiguasmadrid.blogspot.com.es/